volcán

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lunes, 6 de junio de 2016

Reverberaciones




El calor apretaba ya como una mano invisible que oprime la garganta y la piscina a aquellas horas se encontraba llena de visitantes. En el aire, un murmullo constante de voces, retazos de conversaciones absurdas, risas resueltas que nacen de bien adentro, música ambiental e incesantes chapoteos.

El sol quemaba, y tendida sobre una toalla, imaginaba su cuerpo ardiendo como un cigarrillo, consumiéndose poco a poco de la cabeza a los pies, hasta transformarse en ceniza volátil. Polvo somos y en polvo nos convertimos.

Al fin se levantó y caminó hacia el borde de la piscina de agua clorificada y transparente como el cristal, a la que el sol arrancaba reflejos de cuchillo. Se zambulló sin pensarlo para escapar del peso de la gravidez y se hizo el silencio. 

Buceó y al abrir los ojos contempló desde lo profundo la refracción del mundo, su deformidad, su relativa importancia. Buceó disfrutando de ese momento de aislamiento, de soledad absoluta, liberada de la carga de la realidad en aquel momento incompartible. Buceó llenándose de aquella paz, en tanto que se iba vaciando de oxígeno.


Tal vez, al fin, había encontrado su lugar.

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